¿Quién dirige ahora al Cártel de Santa Rosa de Lima? Así está estructurado el grupo criminal

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Ese estado es el primer lugar en homicidios dolosos en el país, pero ahora no se descarta un nuevo aumento en la violencia por el control de los territorios.

Foto: Especial.
 

Redacción / La Voz de Michoacán

Juventino Rosas, Guanajuato. Ahora que el líder del Cártel de Santa Rosa de Lima, José Antonio Yépez Ortiz, El Marro, el grupo delictivo originario de Guanajuato podría quedar en manos del padre del líder delictivo, Juan Rodolfo Yépez Godoy, y el hermano del capo, Rodolfo Yépez Ortiz, así como de un sujeto identificado como José Mario Lara Mendoza, conocido como La Magia.

El Marro fue aprehendido durante la madrugada del domingo 2 de agosto en una pequeña casa de la comunidad de Franco Tavera, en el municipio de Juventino Rosas. En el operativo para la detención del criminal participaron elementos de la Sedena y de la Guardia Nacional, así como miembros de la Agencia de Investigación Criminal del estado de Guanajuato.

Durante el operativo fueron cateados dos domicilio, además de que se detuvo a otras 8 personas y fue liberada una empresaria que estaba secuestrada por el grupo delictivo, aunque no se sabe si la tenían privada de la libertad para extorsionarla o para pedir un rescate por ella.

Según informes de inteligencia de la Secretaría de la Defensa Nacional y de la Secretaría de Marina, la mayoría de las personas de confianza del Marro ya fueron capturadas por las autoridades federales, aunque, cabe señalar, el padre del Marro fue puesto en libertad el 26 de junio tras pagar una fianza de 10 mil pesos y acreditar que, por sus más de 60 años de edad, es parte de la población vulnerable al COVID-19. El padre del líder huachicolero estuvo 3 meses y medio en reclusión por el delito de robo equiparado (manejaba una camioneta no reporte de robo), delito que no es considerado para dictar prisión preventiva oficiosa.

Los documentos de inteligencia gubernamentales señalan que en la estructura del Cártel de Santa Rosa de Lima operaban 162 personas, hombres y mujeres, entre parientes del Marro, gente de su confianza, operadores financieros y pistoleros y demás personal operativo, repartido en dos grupos: vendedores de droga y ladrones de combustible, y los que se dedican sólo a halconear.

Entre las personas allegadas al Marro que ya fueron detenidas están los hermanos Fabián y Noé Lara Belman, conocidos respectivamente como El Vieja y El Puma. Este último era de los fundadores del cártel, pero luego pasó a las filas del Cártel de Jalisco Nueva Generación, acérrimo enemigo del Cártel de Santa Rosa de Lima y que ya está recluido.

Otros miembros del CSRL cercanos al Marro son Fernando Juárez Morelos, alias El Pantera ; Eliseo Gutiérrez Belman, Titis; Jesús Eduardo Linares, El Triste; José Manuel Félix Azueta, El Meño, e Israel Lara Ruiz Castro, El Nacaro. Todos ellos están recluidos.

José Mario Lara Mendoza, El Magia, no ha sido detenido. Él es hermano del alcalde de Villagrán, Juan Lara Mendoza, postulado por Nueva Alianza en las elecciones locales de 2018 y quien, a su vez, es tío de los hermanos Fabián y Noé Lara.

Además se señala a Angélica Mora Villalobos, Angie; Adán González Ochoa, El Payki o El Gordo, y María Guadalupe Ruiz Lara, Pilly, como los principales operadores financieros de la organización. Ellos estuvieron bajo las órdenes de Karen Lizbeth Yépez Ortiz, la hermana de El Marro, quien se encarga de la adquisición de propiedades. Los prestanombres eran Eduardo Aguado, Jorge Enrique Peña Cuevas, El Hulk (ya detenido), y Mauricio Garcés Sotelo, ingeniosamente apodado El Sotelo.

Pero EL Marro no era hombre de una sola mujer, ya que se sabe que tenía cuatro parejas sentimentales: María Luisa Cervantes, Karen Molina Villalobos (detenida y luego liberada), Andrea Magdalena Cervantes Ariza, La Maga, y Elsa Marisol Martínez Prieto, La Güera, quienes también le ayudaban con las tareas financieras.

Hasta el momento, más de 30 integrantes de la organización han sido detenidos, tanto por autoridades federales como estatales, en diferentes operativos en Guanajuato.

De gavilla local a mayor causante de la violencia

La organización delictiva lleva el nombre de Cártel de Santa Rosa de Lima por la comunidad del mismo nombre, ubicada en el municipio de Villagrán, Guanajuato, de donde son oriundos los principales integrantes.

El cártel se originó en 2014, cuando eran una gavilla de huachicoleros bajo las órdenes de David Rogel Figueroa, alias EL Güero, quien fuera jefe del Marro.

El grupo, que operaba sólo el robo de combustible, adquirió notoriedad cuando el Marro se hizo con el liderazgo y, en octubre 2017, le declaró la guerra al Cártel de Jalisco NMueva Generación por el control de los municipios de León, Irapuato, Salamanca, Celaya y Los Apaseos, zona comprendida en el Triángulo Rojo, por donde pasan los ductos de Pemex. Pero además, diversificaron sus actividades a la venta de droga, el secuestro, las extorsiones y la trata de mujeres. Pero además de esos municipios, sus principales bastiones son Villagrán y Juventino Rosas, donde capturaron al Marro.

CJNG, el otro bando

Las autoridades federales y estatales ligan al Cártel Jalisco Nueva Generación con la producción y venta de droga, los secuestros, extorsiones y explotación sexual en León, Silao, Guanajuato capital, Irapuato y Salamanca, que son los municipios guanajuatenses con mayor actividad económica y concentración de población.

Pero, a decir del gerente de Seguridad, Monitoreo y Estrategia de la Subdirección de Salvaguardia Estratégica de Petróleos Mexicanos, Manuel García Morcillo, el CJNG no busca apoderarse del huachicoleo. «Del Cártel de Jalisco Nueva Generación no hemos detectado que sea su actividad principal el robo de combustible, incluso en Guanajuato, donde mantiene una disputa con el Cártel de Santa Rosa de Lima, las actividades que lleva a cabo no han sido todavía el robo de combustible”, indicó el general.

En su desesperación ante los embates tanto gubernamentales como en su pugna con el cártel del Mencho, el Marro buscó establecer alianzas con los michoacanos de Los Viagras y con el Cártel de Sinaloa para combatir al CJNG, lo que ha hecho que, con las pugnas entre criminales, Guanajuato hoy ostente del deshonroso primer lugar en homicidios dolosos a nivel nacional.

En Guanajuato, parece que la vida no vale nada

Yatziri Misael Cardona Zavala recién había cumplido 16 años de edad cuando se lo llevaron. El 22 de diciembre había celebrado su cumpleaños en familia, y el 23, un grupo armado irrumpió en su casa de León. Aún es hora que no se sabe nada de él. “Entraron unas personas armadas. Él no salió por su propia voluntad, de aquí se lo llevaron”, dice su madre, María del Rosario Zavala Aguilar, de 44 años.

Aquella noche, a las 02:00 de la madrugada, varias personas con fusiles de asalto se apostaron al exterior de la casa. Entraron, apuntaron a todo el que se movía y levantaron al más pequeño entre gritos y amenazas. Su padre, que estaba en el piso de arriba, en su impotencia les lanzó dos ladrillos, pero sólo consiguió que rafaguearan la casa en su retirada.

“No hay ningún día en que no le llore a m’ijo. Veo su foto, lloro y pido a mi padre Dios que me lo devuelvan”, afirma Zavala Aguilar, rota de dolor. Explica que ella estuvo en prisión hace ocho años por vender droga, pero que ya saldó sus cuentas con la justicia. Se queja de que las instituciones se preocupan más de investigarla a ella que de buscar a su hijo.

La tesis de los investigadores: el secuestro fue una venganza porque se negó a regresar al negocio de los narcóticos. “Tu hijo está enterrado en ácido”, le llegó a decir uno de los policías.

Las desapariciones son uno de los rostros del drama de Guanajuato, el estado convertido en capital de la violencia en México.

En la primera mitad del año, mil 691 personas fueron asesinadas en Guanajuato. En todo el país el número de homicidios llegó a 14 mil 554 hasta el 30 de junio. Sólo el año pasado, el primero con Andrés Manuel López Obrador en el gobierno, se superaron las 35 mil muertes violentas en México. La violencia está desatada desde 2006, cuando el entonces presidente, Felipe Calderón, declaró la llamada “guerra contra el narcotráfico”.

Guanajuato es el estado con mayor número de crímenes y el cuarto en relación a su población. Su tasa de homicidios está en 75 por cada 100 mil habitantes. La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera que una tasa de 10 muertes violentas por cada 100.000 se considera pandemia. Así que para que Guanajuato no fuese considerado un estado enfermo debería matarse siete veces menos.

La violencia desmedida tiene su origen en la guerra entre grupos criminales que se enfrentan desde hace al menos tres años. Por un lado, el Cartel Santa Rosa de Lima, un grupo local que históricamente estuvo dedicado al robo de combustible pero que amplió sus operaciones a la droga, la extorsión y la trata. Por otro lado, está el Cartel Jalisco Nueva Generación, una escisión del Cártel de Sinaloa y que es considerado la principal organización delictiva de México. Recientemente hizo una exhibición de fuerza mostrando a decenas de hombres armados y equipados con material militar que proclamaban su lealtad a su líder Nemesio Oseguera Cervantes, El Mencho.

En los últimos años, la población se ha acostumbrado a los tiroteos, los cuerpos que se encuentran en bolsas de plástico o las desapariciones. Lo sabe bien Verónica Durán Lara, de 57 años y de Irapuato, uno de los municipios más golpeados. Su hijo Daniel Alfonso fue encontrado muerto junto a otro amigo en enero de 2017. Estaba atado de pies y manos y con un balazo en la cabeza. Dos años después la tragedia volvió a perseguir a la familia. Iván Arturo, de 18 años, fue secuestrado por hombres armados cuando acudió a comprar tacos cerca de casa.

“Me quitaron mucha parte de mi vida. No he podido ni poquito sentir felicidad”, explica. Para ella, la muerte de un hijo fue muy dolorosa, pero todavía es peor no saber qué ocurrió con el otro. “No como, porque no sé si él esté comiendo. No duermo, porque cómo voy a estar en una cama y él pueda estar en el suelo o pasando frío”, asegura.

La reciente detención del Marro va a tener su influencia en la guerra. Aunque todavía es pronto para saber cómo. Por el momento, el domingo no hubo bloqueos de carreteras ni acciones armadas como represalia.

“El panorama cambia de manera diametral. Hasta ahora, gobierno federal y estatal embestían contra ambos cárteles. Golpeaban a uno, luego al otro. Tras esta embestida, la actividad policial se va a centrar en la zona controlada por el Cártel de Santa Rosa de Lima”, considera David Saucedo, asesor de Seguridad en Guanajuato.

En opinión del experto, a la caída de un líder criminal suelen sucederle periodos de incremento de la violencia. En primer lugar, por los previsibles enfrentamientos entre los posibles sucesores. En segundo, porque es de esperar que sus rivales de Jalisco traten de aprovechar la situación.

El presidente Andrés Manuel López Obrador aseguró que los grupos delictivos están detrás del 70 por ciento de los asesinatos de Guanajuato. En medio quedan las víctimas, hombres y mujeres que perdieron la vida a consecuencia de una guerra por el control del territorio.

El 1 de julio tuvo lugar una de las últimas atrocidades. Tres hombres armados entraron en un centro de rehabilitación para drogadictos en Irapuato. Buscaban a un hombre, pero al no encontrarlo, dispararon contra todos los que se encontraban allí. Un total de 28 personas fueron asesinadas. Entre ellas se encontraban los hermanos Omar Regalado Santoyo, de 39 años; Hugo Cristian, de 30, y Giovanni, de 27. Su madre, Rosa Alba Santoyo Soria, lleva en shock desde entonces. “No entiendo nada. El lugar estaba bien. Mis hijos estaban bien. Ahora ya se han ido a dormir y nos quedamos nosotros”, dice, desolada.

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